¿Existe algún paralelismo entre la sucesión real que estamos viviendo en estos días de Juan Carlos I por su hijo, Felipe de Borbón, y la sucesión al frente de una Empresa Familiar? Más de lo que parece. Veamos porqué.

1: Formación. La Monarquía española ha optado por una preparación completa y exhaustiva de Felipe de Borbón y Grecia. Los idiomas en edad temprana, la preparación académica, la formación militar, el postgrado internacional en universidad de prestigio y una esmerada atención en la elección de los centros académicos públicos y privados son los ejes principales de su formación. Salvando distancias y obviedades, cualquier joven que aspire a una carrera sabe que deberá formarse de manera más o menos análoga: idiomas, formación académica adecuada y cierta componente internacional, normalmente en un posgrado.

2: Experiencia. La actividad oficial de Felipe de Borbón, en España y en el extranjero, es destacada desde 1990. Más recientemente Juan Carlos I ha delegado en su hijo, el Príncipe de Asturias, la representación de la Jefatura del Estado en numerosos actos oficiales durante los últimos años. Ello ha hecho posible la adquisición progresiva de experiencia, responsabilidad y relaciones imprescindibles para el futuro Felipe VI, y que resultan en la madurez adecuada del sucesor en el momento culminante de la sucesión. Dicha madurez, que se adquiere únicamente a través de la experiencia, también resulta fundamental para el futuro líder de la Empresa Familiar.

3: Oportunidad. El momento correcto de la sucesión en la Empresa Familiar es normalmente incierto, únicamente sabemos que debe sorprendernos completamente preparados. Lo deseable es que exista un periodo de coexistencia entre viejas y nuevas generaciones, con un reparto adecuado y razonable de labores y actividades, teniendo presente que el fomento de las capacidades emprendedoras de las siguientes generaciones es un aspecto estratégico en cualquier proceso de sucesión. Para Juan Carlos I el momento ha llegado cuando “una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”, iniciando una nueva etapa de la Monarquía con un sucesor debidamente preparado.

En mi opinión, visto bajo la óptica de la sucesión en la Empresa Familiar, estos tres puntos simplifican los ejes vitales de la sucesión monárquica que vivimos estos días, y son análogos a los que deben ser objeto de reflexión y planificación a la hora de establecer el proceso de sucesión en el seno de la Empresa Familiar.

Gracias por la atención y un saludo.