Una de las principales dificultades a las que deben enfrentarse las Empresas Familiares es que el 90% no pasa de la segunda generación. Dicho de otro modo, solo el 10% de las Empresas Familiares españolas está en manos de la tercera generación. Por tanto, la sucesión generacional es un reto clave e ineludible que debe abordarse a la hora de preparar el futuro en los negocios familiares.
La cuestión tiene una importancia de primer orden si se considera que en España existen más de dos millones de Empresas Familiares que dan empleo a 13,5 millones de trabajadores (según datos del Consejo Superior de Cámaras de Comercio anteriores a la actual crisis). De esos dos millones, sólo el 10% está en manos de la tercera generación o posteriores. Si se desea conservar o mejorar el modelo social actual, debe tenerse en cuenta este tejido empresarial que desempeña un papel fundamental en nuestra economía: dos terceras partes de la actividad económica española se produce en empresas de propiedad familiar (Fte.: Fundación BBVA).
Las empresas familiares crecen de forma más rápida, generan más valor añadido y más empleo que el resto, lo cual se explica por su mayor flexibilidad, su perspectiva a largo plazo, la proximidad a los clientes y la acumulación de talento directivo. El reto clave para su continuidad más allá de la segunda generación está en la planificación de la sucesión y en el fomento de la capacidad emprendedora de los futuros líderes del núcleo familiar. Dado que el momento crítico se produce en la transición entre generaciones sucesivas, debe cuidarse con esmero la preparación de las siguientes para que éstas puedan asumir con éxito la gestión y la propiedad de la empresa familiar. La formación, la experiencia, la adopción de nuevos modelos válidos para el futuro, el apoyo de la familia y de los profesionales son requisitos para enfocar el proceso sucesorio con posibilidades de éxito. En el próximo post veremos cómo abordar estas cuestiones.
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