Hoy, más que nunca, las familias empresarias buscan respuesta a los interrogantes que plantea un futuro marcado por la preocupante mortandad de las Empresas Familiares en el momento del relevo generacional. El Protocolo Familiar es la reacción de muchos empresarios ante la incertidumbre que plantean las estadísticas que, ya desde los años 80, confirman el pequeño porcentaje de éxito a la hora del cambio de generación. La cuestión que hoy nos planteamos es si el Protocolo Familiar, además de asegurar la transición generacional, aporta alguna ventaja añadida que sea crítica o que contribuya netamente a la competitividad de la empresa. La respuesta es “sí, muchas; algunas inmediatas”. Vamos a enumerarlas.

  • El consenso generado durante la confección del Protocolo contribuye a la unión del colectivo familiar, al menos en las cuestiones clave, cohesionándolo como un equipo.
  • Se eleva el grado de profesionalización de la gestión de la Empresa. El hecho de fijar niveles de exigencia y requisitos de entrada elimina malas prácticas, “naturales” y comprensibles, que derivan de los vínculos de sangre existentes entre las personas involucradas.
  • La existencia de reglas de juego claras y definidas fomenta la equidad, el reconocimiento y la “meritocracia”, diluyendo posibles conflictos originados en agravios comparativos o simples despropósitos.
  • Se mejora la imagen corporativa de la Empresa Familiar publicitando el Protocolo Familiar o su existencia, transmitiendo una imagen de responsabilidad y continuidad.
  • Despejar incógnitas del futuro produce la deseada “paz familiar”, que dota al accionariado de una preciosísima estabilidad.
  • Al mismo tiempo, podremos mirar hacia delante libres de problemas, orientando nuestras energías a “producir futuro” sin “administrar errores del pasado”.
  • Libertad. No hay plenitud sin libertad, y viceversa. Los miembros de la familia podrán aportar lo mejor de sí mismos si se desarrollan plenamente como profesionales. La elaboración de planes de formación y de planes de carrera individualizados en el seno del Protocolo es imprescindible para el desarrollo profesional de las generaciones sucesoras.
  • Al fomentar el emprendimiento de las personas más jóvenes, promovemos sus capacidades y experiencia y, a la vez, reforzamos el crecimiento de nuestra empresa, y sus posibilidades de diversificación.
  • En general, disponer de mecanismos de comunicación en el seno de la familia empresaria genera clima positivo, optimista, que indirectamente influirá positivamente en la Empresa Familiar.

Es evidente que no es necesario esperar años hasta la sucesión generacional para obtener resultados positivos de un Protocolo Familiar; varios de ellos se producen en el corto plazo, casi de forma inmediata. Si se te ocurren otras ventajas que no estén en mi lista, ¡inclúyelas a través de los comentarios!

Gracias por tu atención y un saludo.